El tiempo de fiesta permitía a nuestros antepasados abandonar la rutina, el trabajo diario. Comer, bailar y glorificar a los santos, a Cristo, a la Virgen, pedirle por sus bienes, o darles gracias por los ya recibidos. En la actualidad, la despoblación, el envejecimiento de nuestros pueblos, junto a un concepto distinto del «tiempo de fiesta», ha provocado la desaparición, el languidecimiento de buena parte de nuestras fiestas tradicionales. No obstante, perviven algunas, habiéndose alterado buena parte de sus características, por el implacable influjo de los tiempos.
Muelas del PanLos mozos que hasta hace poco entraban en quintas, junto a las chicas de su edad, organizan esta fiesta de carácter cívico, reclamando ante los demás convecinos su mayoría de edad. Tras el baile del día cinco, recorren las calles del pueblo, con sus capas pardas para evitar el frío y la helada, pidiendo el aguinaldo por las puertas. Si antaño recibían chorizos y otros productos de la tierra, hoy es exclusivamente dinero, para ayudar a costear la fiesta. El día de Reyes, en la misa, tienen el privilegio de ir los primeros a besar al niño Jesús.
Fiesta a celebrar por su cofradía y que actualmente consiste en la misa a la que asisten los cofrades con las velas encendidas, procesión del santo por las calles del pueblo y reunión de todos ellos para comer. La fiesta de junio, dedicada a san Antonio de Padua viene a repetir el mismo esquema.
Día femenino por excelencia. La cofradía de la santa agrupa a buen número de mujeres casadas que asisten ese día a la misa ataviadas con manteos, g abachas, de alegres y vistosos coloridos, poniendo una nota discordante en la monotonía invernal. Son días de reuniones femeninas, al son de la gaita y el tamboril. Antiguamente se manteaba a un «pelele», representación masculina.
De la Semana Santa de Muelas merece destacarse la procesión que tiene lugar el miércoles santo por la noche por las calles del pueblo. Los cofrades de la «Cofradía de las capas», con la capa parda y a la luz de sus faroles rasgan la oscuridad con sus carracas entonando el miserere.
Es la fiesta más importan te del pueblo. Fiesta de tradición, pues ya en 1733 era fies ta de «voto de lugar», estando obligado el Concejo a ir en rogativa a la ermita del Cristo , diciéndose misa can tada en ella. Por la fecha de celebración se enmarca en las romerías p rimaverales, petitorias de buenos tiempos para los sembrados. Se va desde la iglesia en procesión, con el pendón a la cabeza, a la ermita, donde se dice la misa; tras ella, se juega a la calva. Después de un rato de baile, la comida campestre, entre rocas y escobas, hasta que vuelve la procesión al pueblo, donde se despiden las fiestas.
Se acude nuevamente a la ermita en procesión, tras la misa y un pequeño descanso, se vuelve a la parroquia y al pasar por el llamado «Alto de la Graera» se bendicen los panes. Esta fiesta tenía también carácter de «voto de lugar».
Santiago es el patrón de la parroquia, y en su honor se celebran estas fiestas, muy similares al resto de las que tienen lugar en el resto de la provincia. Si algo destaca en ellas es la multitudinaria sardinada que congrega a cientos de personas de los pueblos vecinos , alrededor de un plato de buenas sardinas asadas. Bailes, juegos, completan cada año el programa festivo.
La Virgen recibe culto bajo distintas advocaciones, quizá la más extendida sea la llamada Virgen del Rosario, cuya festividad es el 7 de octubre. En su honor se celebra esta fiesta. Recién iniciado el otoño, con la cosecha asegurada, es momento de agradecer los bienes que descansan seguros en la panera. Por la tarde, tras el rezo del rosario, se procesiona a la Virgen por las calles del pueblo. Al llegar de nuevo a la iglesia se procede a la subasta del ramo, especie de rombo, sujeto sobre un palo, sobre el que cuelgan las roscas que una familia, un barrio, ha elaborado. Pimientos , conejos, pollos, palomas, uvas, botellas de vino, cuelgan de las roscas que son subastadas entre los asistentes a la de tres y con la coletilla del subastador «que buen provecho le haga».
Desde hace ya unos años viene celebrándose entorno al 6-8 de diciembre, una concentración de caravanas, procedentes de todos los puntos del país, y de Portugal, con el único objetivo de matar unos cerdos, elaborar unos buenos kilos de chorizos, y el resto, degustarlo esos días. Paseos por el campo, visitas a los alrededores, completan las actividades de estas gentes, reunidas por la «matanza».
Como auténtica identidad de la tradición podemos considerar esta representación, de dudosos orígenes, que pervive gracias al trabajo y perseverancia de algunas personas, y que de vez en cuando, nos deleitan con el baile de los lazos y el ruido de los palos, entrechocados, al son de la flauta y el tamboril por los danzantes. Lazos que en tiempo se cantaban cuando acompañaban al Santísimo en el Corpus.
Las fiestas patronales cerezalinas se caracterizan por la presencia masiva de todos aquellos emigrantes que vuelven en vacaciones. Días de bailes de antaño, de bullicio, alegría y de modernas verbenas.
En Cerezal no se subasta el ramo, ni las roscas, se rifan bollos. Previamente cada uno ha ido comprando varios números que son metidos en una talega y, tras la procesión con la Virgen del Rosario, una mano inocente irá sacando los números hasta que coincida el del bollo. Más tarde se «corre la rosca». Los mozos deben llevarla, intacta hasta la casa del padrino y las mozas a la casa de la madrina. Los casados se encargarán que no sea así. En la actualidad, al ser menos los mozos, rara vez lo consiguen.
La noche del 24 de diciembre se representa esta tradicional pastorada. Llegan los pastores, con una cordera engalanada, a la puerta de la iglesia, solicitando licencia para entrar:
Pasan al interior del templo y, ataviados con las capas pardas, distintivas del pastor por estas tierras, van cantando la loga, para finalizar con el ofrecimiento de la cordera a la Virgen.
Se celebra con toda solemnidad la fiesta de la Virgen de agosto . La plaza se llena de gentes que bailan al ritmo de las mejores orquestas del momento. Actividades in fantiles , folclóricas, y una espectacular costillada, dan fama a unas de las mejores fiestas de la comarca.
El concepto de fiesta, en plena mutación, ha provocado que en los últimos años se haya trasladado al sábado, pues ese día hay más gente. El ramo que se subasta es bastante parecido al de Muelas, acompañados de calabazas y otros productos recién cogidos de la huerta. La característica más sobresaliente de esta fiesta es lo que se llama el «correr la rosca». Las mozas solteras se reparten trozos de rosca que las casadas intentan quitarles en frenéticas carreras por todo el pueblo, ante el regocijo de los asistentes. Los trozos de rosca que no les han arrebatado, se los entregan las mozas a los mozos, repitiéndose las mismas carreras y acoso por parte de los casados. Como punto final, solteros /as y casados /as comen en buena armonía trozos de rosca, comentando las incidencias. Al igual que en Cerezal volvemos a ver el binomio solteros/casados, en pos de una victoria del grupo.
A la patrona de la parroquia se festeja, con misa y procesión con la santa en andas.
VillaflorEste pequeño poblado carece de iglesia, pues hasta la construcción del embalse dependía de san Pedro de la Nave, herencia del antiguo señorío de los monjes benitos. Aunque el patrón sea en septiembre, la fiesta se organiza en la segunda quincena de agosto, aprovechando la afluencia de gentes forasteras. La popular sardinada da vistosidad y realce a este pequeño lugar, adormecido el resto del año.