Sencilla, funcional. El hombre aprovechó los elementos que la naturaleza le ha ofrecido para edificar sus casas: el granito, la pizarra, el barro. Nunca importó el lujo, ajeno a estos lugares. Siempre ha dominado la mampostería a la sillería en las auténticas construcciones popu lares . Enormes paredes, con apenas huecos a la calle. Su lado principal, protegido por la pared que delimita el corral, le da paso las puertas carreteras, ir y venir constante de vacas, ovejas, burros, carros y personas.
Esta sería una estampa vivida, hasta no hace muchos años. En la actualidad, viviendas funcionales y modernas han marginado a las vetustas casas de piedra, paredes que nacen de la roca en una verticalidad casi imposible.
La trama urbanística de los pueblos se caracteriza por la inclusión, entre las casas, de huertos, cortinas, pajares, lo que extiende el perímetro urbano.
Huertos en los que se siembra todo tipo de hortalizas. Cortinas que cobijan el ganado del pueblo, mientras come el centeno recién encañado.
La construcción característica es de una planta, a la que se daba entrada por el corral. Cocina, alcobas, y un pequeño recibidor que, a la vez que distribuye, permite acceso, por escalera de madera, al sobrao, auténtico almacén de aperos y cachivaches. Son edificios intimistas, volcados hacia el interior, característica de las tierras de Sayago, Aliste y Alba. Su nexo de unión con los espacios de fuera es la puerta carretera.
Las edificaciones más antiguas apenas se distinguen de la roca madre, se han mimetizado con el entorno, si acaso, en los vanos encontramos piezas labradas, el resto, piedras irregulares que se mantienen, inexplicablemente, en pie. Siempre se usó la teja curva, finalizando encima de la pared con lonjas de pizarra.
Elementos auxiliares, como el pajar, suelen formar parte de la estructura construida, con una amplia ventana en su parte superior, por donde se introduce la paja. El horno, que en algunas casas está dentro, en otras es un elemento más, externo, plenamente integrado en la traza perimetral.
Si en Muelas y Ricobayo se usó el granito, y en ocasiones el barro, en Cerezal y Villaflor fue la pizarra la que configuró su arquitectura popular. Obra toda ella de canteros del pueblo.
Fuentes
Varias son las que se encuentran por todo el término, fuentes sencillas, con cuatro piedras mal puestas, que aprovechan el escaso caudal para refrescar el calor del estío. Junto a ellas, y perdidas en los prados, pequeñas pilas, cinceladas en el granito, para abrevar el ganado.
Destacan por su estampa y afán constructivo, la de Valdemolinos, en Muelas, con cubierta abovedada, que recuerda por su traza a otras de Aliste (Matellanes, Nuez), o Sayago (Muga, Villamor de la Ladre), con ciertos sabores romanos. Más moderna es la llamada Fuente de la Huerta (o Güerta), muy cerca de la iglesia de Muelas, citada en un apeo de don Pedro Pimentel Enríquez, marqués de Tábara, en 1738. Adintelada, con escaleras de acceso que facilitaban la extracción del agua. Sin escaleras, pero con una gallarda estampa, se alza la Fuente de Abajo, en Cerezal, junto a la carretera. Su cubierta a dos aguas está coronada por una mutilada figura geométrica.
En el mismo casco urbano de Ricobayo hay varias fuentes cobijadas con grandes lajas de granito, con obra de sillería sencilla.
Molinos
En sus regatos y arroyos, y aprovechando la pendiente, se instalaron estos ingenios, eslabón indispensable en la cadena alimentaria, humana y animal. Los más antiguos, asociados, probablemente, a la población del castro de san Esteban, en Muelas, se construyeron en el tramo final del arroyo del Requejino, que aprovecharon la fuerza del agua y la de animales (son los llamados molinos de sangre).
De época medieval son los que se encuentran en el arroyo llamado, en tiempos, de Mínguez Mínguez, hoy Arroyo de los Molinos, hasta su desembocadura en el Esla. Para optimizar al máximo los escasos caudales se construyeron cubos (molino del tío Cavila), o se cinceló el propio granito, encauzando el agua hacia el rodezno por un acanalamiento en pendiente. Más abajo, el del tío Verbena, repite esquema con otro cubo. Hoy forman parte de una ruta de senderismo. En Cerezal, a lo largo del arroyo del Lugar, ocupando el mínimo espacio por el que discurre, contamos varios molinos, más modernos, con su presa para recibir el agua, de una rueda, a excepción de uno que tenía dos: para el consumo humano y para pienso.